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La relación entre jinete y caballo y su desempeño en varios escenarios de diversa índole lleva escrito en la historia desde tiempos inmemoriales. La hípica olímpica, sin embargo, comenzó a formar parte de los Juegos Olímpicos en el año 1900, Juegos de París. En su origen era una disciplina exclusivamente masculina, pero hoy en día es un deporte mixto.

Fue en 1952, Juegos Olímpicos de Helsinki, cuando las mujeres comenzaron a formar parte de la hípica al poder realizar las pruebas de doma clásica junto a jinetes masculinos. Más tarde, en 1964, se acabaron con las barreras de género en la equitación y tanto hombres como mujeres comenzaron a participar en un único campeonato mixto, convirtiéndose en el único torneo únicamente mixto, sin categorías por género.

La hípica en su modalidad olímpica está compuesta por tres pruebas diferentes: salto ecuestre, doma clásica y concurso completo. Cada una de estas tiene un torneo independiente por equipos y otro individual. 

El salto ecuestre consiste en completar a caballo un circuito de obstáculos y vallas que pueden alcanzar hasta el 1,60 metros de altura. Se tienen en cuenta aspectos como la agilidad, la potencia y la velocidad en la que se completa el recorrido. El sistema de puntuación se basa en superar la prueba con el menor número de fallos posibles. Estos incluyen: desobediencia del caballo, caídas, el derribo de obstáculos o exceder el tiempo límite. En caso de empate se disputa una nueva prueba en un circuito más corto con al menos seis obstáculos. 

La doma clásica es la disciplina en la que jinete y caballo han de demostrar su sincronía a través de la realización de una serie de movimientos de gran dificultad. Se basa en la habilidad del jinete para controlar a su caballo a la perfección, de forma prácticamente artística. Cinco jueces puntúan sobre 10 cada una de las actuaciones, en la modalidad de equipo se sumarán las tres mejores calificaciones.

Por último, el concurso completo es la prueba que une lo anterior; doma clásica y salto, y se añade una prueba de “cross” basada en saltos en campo libre. Esta última es similar al salto ecuestre, pero los obstáculos a los que se enfrentan jinete y caballo son de origen natural: troncos, zanjas, agua, piedras etc.

Con el ojo puesto en París 2024, la única diferencia respecto a los Juegos anteriores disputados en Tokio será el orden en el que se realicen cada una de las pruebas. En esta ocasión el concurso completo irá primero, seguido de la doma clásica (que se realizará en tan solo un día) y por último el salto ecuestre. Un total de 200 atletas (65 en concurso completo, 60 en doma y 75 en salto) competirán por el triunfo olímpico. 

Nada más y nada menos que el Palacio de Versalles acogerá toda la jornada de equitación en París 2024 del 27 de julio al 6 de agosto.

Situación actual de la hípica de España

España competirá en París 2024 con ocho jinetes. Esteban Benítez y Carlos Díaz participarán en el concurso completo, Francisco Carrascosa, Juan Antonio Jiménez y José Daniel Martín harán lo propio en doma clásica y Eduardo Luis Álvarez, Sergio Álvarez, Manuel Ismael García y Armando Trapote acudirán a la competición de saltos, siendo tres de ellos titulares y uno reserva.

El medallero español de hípica no está vacío, la disciplina ecuestre nacional ha obtenido el triunfo olímpico en más de una ocasión. En 1928, Juegos de Ámsterdam, José María Álvarez de las Asturias Bohorques y Goyeneche, Julio García Fernández de los Ríos y José Navarro Morenés obtuvieron el oro en salto por equipos. Londres 1948 fue cuna de una medalla de plata de la mano de Marcelino Gavilán y Ponce de León, José Navarro Morenés y Jaime García Cruz. Finalmente, 50 años más tarde, en Atenas 2004, la doma ecuestre sumaría las últimas medallas de hípica al medallero español. Una de plata gracias al equipo conformado por Beatriz Ferrer-Salat, Juan Antonio Jiménez, Ignacio Rambla y Rafael Soto, y una de bronce individual de Beatriz Ferrer-Salat.



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