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En la final de snowboard en la disciplina de halfpipe de los Juegos Olímpicos de Invierno (Beijing 2022), Queralt Castellet (Sabadell, 1989) se enfrentaba a un gran medio tubo de 220 metros de largo, 22 de ancho, con una altura de 7,1 metros y una inclinación del 18%. Y todo salió rodado. Con una puntuación de 90'25, conseguida en la segunda ronda, se proclamaba subcampeona del mundo tras la estadounidense Chloe Kim y sus 94 puntos. Cinco Juegos Olímpicos mediante, al fin la presea luce entre las manos de la catalana, la quinta medalla española en unos Juegos de Invierno. Queralt se ha convertido, así, en una de esas referentes tan importantes para las nuevas generaciones, a las que Iberdrola está apoyando para que la mujer ocupe en el deporte el papel que tanto merece.

Pero, ¿cuándo y cómo empezó todo? A los 6 años, alentada por unos padres que practicaban snowboard en una época en la que los 'palilleros' eran mayoría, sintió la llamada de la tabla: se subió a una, se deslizó ladera abajo y ya nunca más quiso bajarse: "Ha sido media vida dedicada a una pasión y siguiendo un objetivo: persistir cueste lo que cueste". Media vida, literalmente hablando, ya que con 16 años participó en sus primeros Juegos donde pudo conocer y competir con las mismas snowboarders que idolatraba en las páginas de las revistas deportivas: "Llegó un día en que me vi compitiendo con ellas en los Juegos Olímpicos y me dije: '¡Son increíbles! Lo que están haciendo es enorme y yo quiero estar ahí con ellas'. Ese día empecé a luchar para obtener una medalla, no para participar en unos Juegos, sino para ganar una competición junto con esas chicas que me transferían esas sensaciones".

Ganar y no solo participar. Queralt es ambiciosa y, por ello, trabaja incesantemente en nuevos trucos que llevar al halfpipe: "El snowboard me aporta todo, me aporta quién soy: vivo encima de una tabla y eso es lo que me hace feliz". La suya es una disciplina acrobática y libre. Tanto, que apenas hay normas: se trata de convencer al jurado desplegando el mayor número de elementos y los más complejos a lo largo del tubo, con la mayor amplitud (altura) y con un aterrizaje limpio y consistente: "El estilo es algo que priorizo y que tiene una parte funcional: cuanto más estilo, mejor se elabora el truco".

Entre las campeonas que admiraba (y admira) se encuentran mujeres como Torah Bright, Gretchen Bleiler, Kelly Clark... nombres propios a los que podemos sumar el de Queralt Castellet. Poner nombres y apellidos a las mujeres en deportes 'minoritarios' importa (y mucho). Al igual que Queralt soñaba con convertirse en una de esas riders que hacían trucos en el cielo con sus tablas, las niñas y adolescentes precisan de ejemplos en los que verse reflejadas y representadas: "Creo que el papel que está haciendo Iberdrola va a ser un referente para muchas marcas, para que se den cuenta de lo importante que es apoyar a la mujer en el deporte y potenciarlo; las mujeres, en deportes minoritarios como es el mío, no tenemos el mismo papel que otros deportistas".

Iberdrola lleva más de un lustro apoyando al deporte realizado por mujeres, haciéndolo visible, concienciando, trabajando para promover una sociedad en igualdad de condiciones. Actualmente, la compañía apoya a 32 federaciones (acaba de sumar a su lista las actividades subacuáticas, bolos, deportes de invierno, halterofilia, judo, luchas olímpicas, montaña y escalada, natación, patinaje, pelota, remo, squash, taekwondo, tenis, tiro con arco y vela): "Iberdrola hace un trabajo muy importante; nos ayudan a estar arriba, a seguir nuestro sueño y a conseguir nuestro objetivo", apostilla Queralt. De esta manera, la compañía no solo da voz a deportes más minoritarios sino que también genera un espacio inigualable en el que las mujeres cuentan con el impulso necesario para seguir compitiendo, continuar con su carrera deportiva, además de dar notoriedad al trabajo de las competidoras y de introducir el deporte femenino en nuestros hogares. Es la importancia de tener referentes, de proyectar una imagen positiva de las mujeres en el deporte, diversificada, fuera de estereotipos; es constatar que sí es posible.

Imagen como la del final de la competición de Beijing, con las tres snowboarders haciéndose un selfi justo antes de subirse al podio entre las sonrisas, el éxtasis de la victoria y los abrazos: "Fue un momento que no voy a olvidar jamás; un cúmulo de emociones que llegaron como un huracán, recuerdos, memorias de cómo empecé y de la gente que tenía a mi alrededor confiando en mí desde un principio...", recuerda Queralt emocionada. Y, finalmente, la esperada fotografía de las tres mujeres (bronce para la japonesa Sena Tomita, plata para Queralt Castellet y oro para Chloe Kim) celebrando su victoria con el magnánimo punto de fuga del halfpipe al fondo: un retrato que marca un antes y un después para las generaciones de futuras deportistas.

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